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Hablar de sexo en nuestra sociedad, siempre fue considerado como un tabú; es decir, como algo ecaminoso, misterioso y prohibitivo. De los órganos sexuales no se podían hacer ningún comentario, para no ser mal visto o mal interpretado. Esa forma de concepción pertenece al pasado; en la actualidad se debe hablar de sexo de manera natural, como si habláramos del corazón, los pulmones, los ojos o de cualquier otro órgano del cuerpo. Hablemos con mucha naturalidad, sin temor ni vergüenza; porque no se trata de algo sucio o pecaminosos, sino de un don tan maravilloso que se nos ha dado con la única finalidad de incentivar el amor y perpetuar la especie. A mayor conocimiento que tengamos en cuanto a su estructura, sus partes, su funcionamiento y descuidos, estaremos mejor preparados para darle el uso correcto.

Así, como una semillas que se esparce en tierra fértil, luego de germinar da origen a una nueva planta robusta y lozana, donde sus tallos, ramas, hojas, flores y frutos en forma secuencial, unos detrás de otros, llegando a la plenitud de su desarrollo, cuando sus frutos ya maduros están listos para la cosecha y la alimentación. En la misma forma es persona humana, nace, crece, se desarrolla y madura, como ese fruto del cual hablábamos anteriormente.

Este ejemplo nos ilustra claramente, de cómo los órganos sexuales siguen el mismo proceso vital en su desarrollo; por lo que su uso se puede hacer en forma indiscriminada, en cualquier fase de su crecimiento. Esto solo es posible, cuando los órganos sexuales han llegado a la plenitud de su desarrollo, fenómeno que se manifiesta, cuando en el hombre aparece la eyaculación de los primeros espermatozoides; y en la mujer se presenta la primera menstruación.

Como todo en la naturaleza está normado por leyes y principios, vivirán felices y en paz los que acaten estas normas; mas aténgase a las consecuencias los que las transgredan.

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