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La esposa puede deprimirse o ponerse a la defensiva; puede resentirse, enfadarse o reventar de rabia cuando se le hace una sugestión. El marido, por su parte, puede comenzar a castigar a su esposa en una docena de formas insidiosas para desquitarse porque no le acepta tal como es. Con frecuencias se interrumpen las comunicaciones.

Un esposo puede ponerse abiertamente hostil, áspero y enojado. Una esposa puede ponerse indiferente, distante y encerrarse en periodos de silencio. Se desorganiza el sistema de comunicación. Esto lleva a que el esposo y la esposa, aunque viven bajo el mismo techo, nunca hablan de cosas significativas e importantes. En etapas más avanzadas del mal que se produce como resultado de la falta de aceptación, el esposo puede buscar aceptación y compresión fuera del hogar.

También los hijos sufren a causas de las tensiones que aparecen de entres sus padres. Aunque no comprenden lo que sucede y no entiendan las palabras que se pronuncian, de todos modos se dan cuenta que hay algo que no anda bien debido a la atmosfera imperante, al silencio de resentimiento. Eso amenaza su seguridad y lo llena de preocupación.

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