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En los momentos desfavorables de la vida, cuando hace acto de presencia la adversidad, la desgracia, etc., el ser humano, de una forma natural y espontánea, reacciona según sean las características de su temperamento. En esta reacción, que será tanto más equilibrada cuanto más cultivado sea su interior, saldrá a la luz su grado de virtud o disposición natural del alma para obrar el bien, de manera que pondrá de manifiesto cualidades positivas, favorables y sobretodo, efectivas, para poder afrontar, combatir, resolver o superar satisfactoriamente el infortunio, por difícil o adverso que éste sea.

Por: Aristófanes, (444 AC-385 AC). Dramaturgo griego.

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