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Una de las sensaciones más gratificantes que cualquier persona puede experimentar, es la de poder sentirse artífice de la felicidad ajena. Cuando en el transcurso de nuestra vida se nos presenta esa posibilidad, podemos comprobar como el hecho de llevar a cabo un acto de altruismo y amor al prójimo, nos produce una sensación de dicha y plenitud que no es comparable con ninguna de las sensaciones que podemos sentir al obtener algo de índole material. Es precisamente a través de actos relacionados directamente con los valores morales o espirituales de cada cual que nos impulsan a obrar en favor del ajeno, como podemos sentir grandes satisfacciones, porque se trata en definitiva de estar cumpliendo con nuestro deber.

Por: Ludwig van Beethoven, (1770-1827). Compositor y pianista alemán. Su legado musical va desde el período clásico hasta el romanticismo musical y fue el último gran representante del clasicismo vienés

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