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Con frecuencia, las personas se sienten dominadas por sus sentimientos, sobretodo si su temperamento es apasionado y visceral. En estas circunstancias, es fácil hablar con ligereza, comprometiéndose incluso a llevar a cabo cualquier hazaña o acción. Pero una cosa son las palabras, y otra muy distinta los hechos. De modo que, para conocer realmente los sentimientos de una persona, es necesario reparar en su actitud, ya que una vez desvanecida la euforia del momento y los sentimientos se han sometido a la razón, son los actos con la dificultad que conllevan y no las palabras, los que ponen de manifiesto la veracidad y solidez del sentimiento.

Por: George Sand, (1804-1876). Seudónimo de Amandine Aurore Lucille Dupin, baronesa Dudevant. Novelista francesa del movimiento romántico

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